La Gateada

A ella la conocí un verano muy verde, con vertientes que serpenteaban Cabana; su pelaje particular me hizo nombrarla como la “Gateada” y quedo inaugurado nuestro vinculo, de admiración /contemplación.
Sus visitas se hacían cada vez más frecuentes y había consolidado su manada, conformada por yeguas, caballos y un burrito. Ella guiaba los senderos y caminos que recorrerían durante el día y era pasada segura mi lugar, pastaban, les daba agua, alguna fruta y continuaban su andar.
Empecé a averiguar de quien era porque andaban libres y tan hermosamente salvajes, encontré respuestas que inspiraron mi propio andar; ella la Gateada tenía un dueño que cada vez que la acorralaba entristecía y dejaba de comer, entonces decidió dejarla libre, había enseñado a todos los hijos del dueño a montar, había sido todo lo que se esperaba, se aproximaba a los 20 años, con su pelaje marrón claro, en sus patas rayas como atigradas y una línea fuerte oscura en las anclas. Ella lo había conseguido. Era libre y ser libre significa también lidiar con los perros que asedian, con autos que desconocen la amorosidad con la que habitamos este tranquilo lugar….pero supongo que su instinto le decía: prefiero una libertad peligrosa a una vida segura, pero encerrada.
Han pasado 14 años ya de mi encuentro con este ser que amo con cada partícula, a quien nunca pude tocar respetando eso, así también vino con sus crías que acaricie bajo el sol.
Hoy esta ciega de un ojo y a punto de perder su visón totalmente. Pero sigue recorriendo los senderos y caminos, bebiendo del arroyo, pastando, guareciéndose en las tormentas bajo la cabañita numero 1.
Por eso si vienes a Cabana, circula despacio, con prudencia, quizá tengas la fortuna de conocer a este ser especial. Que hizo de su existencia un sí a la vida, rebelde apasionada y con sus crines oscuras que ondulan como el viento.

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